Vhd Vhd, su mujer, mi primo el sordo y a veces la pequeña Xlthlx, que entonces tendría doce años. El agua estaba aquellas noches tranquilísima, plateada que parecía mercurio, y los peces, adentro, violetas, que no podían resistir a la atracción de la Luna y salían todos a la superficie, y también pulpos y medusas
de color azafrán. Había siempre un vuelo de animalitos menudos ‑pequeños cangrejos, calamares y también algas livianas y diáfanas y plantitas de coral‑ que se despegaban del mar y termnaban en la Luna, colgando de aquel techo calcáreo, o se quedaban allí en mitad del aire, en un enjambre fosforescente que ahuyentábamos agitando hojas de banano....
No hay comentarios:
Publicar un comentario